Recordamos a la familia de Héctor Germán Oesterheld

El guionista de El Eternauta fue secuestrado el 27 de abril de 1977. Su cuerpo sigue desaparecido, pero su obra dejó una huella imborrable en la cultura argentina.

En abril de 1977, Héctor Germán Oesterheld era un escritor consagrado. Tenía 57 años y desde los 21 había empezado a publicar en distintas editoriales desde cuentos infantiles hasta divulgación científica, ya que estaba cursando Geología en la UBA. Sin embargo, el gran aporte de Oesterheld había sido el de narrar para que las historietas cobraran vuelo literario, con personajes muy diversos de los cuales, sin duda, El Eternauta, sobresalía. Una historia de ficción basada en una invasión de extraterrestres donde un hombre común, Juan Salvo, adquiere un papel protagónico. Oesterheld, con mucha imaginación y alegorías cervantinas, mostraba cómo la única resistencia a la opresión o a una invasión debía ser colectiva.

El único héroe válido es el héroe en grupo”, era el mensaje. Imposible pensar El Eternauta sin el trabajo en grupo que hacían Oesterheld y Francisco Solano López, el sobresaliente dibujante que daba vida a Salvo.

La Plata, la captura

Rodolfo Walsh y Héctor Germán Oesterheld habían coincidido en el diario Noticias. Walsh porque era jefe de la sección Policiales y colectaba información para su labor de Inteligencia. Oesterheld, consagrado, lograría que muchos lectores militantes empezaran a leer el diario de atrás para adelante, porque en la contratapa estaba La Guerra de los Antartes, una historieta con marca militante. Eso había sido a fines de 1973 y principios de 1974. Y era como si hubiera pasado un siglo.

A Walsh, que tantas cosas había hecho en la ciudad de las diagonales, lo habían capturado 33 días antes de ese 27 de abril en San Juan y Entre Ríos, en la capital. Había desenfundado una pistolita para evitar caer vivo. Le metieron las balas suficientes para que llegara muerto o casi muerto a la ESMA.

En cambio, a Oesterheld lo llevaron vivo. Se cree que en La Plata. Lo que pudieron confirmar Nicolini y Beltrami es que para entonces él hacía de “enlace” con la Conducción Nacional de Montoneros. Sin embargo, no resultó posible precisar el lugar.

El geólogo, políglota, que vivía en Beccar, sabía el rumbo que tomaba.

En ese momento, Oesterheld había sido llamado para recrear El Eternauta precisamente junto al talentoso dibujante Breccia en la revista Gente de editorial Atlántida. No eran muchos quienes podían atravesar las fronteras y abrirse puertas cuando la censura del dictador Onganía los disuadió o prohibió abiertamente.

Pero Oesterheld podía crear personajes con nombres en inglés y dar un mensaje universal de ternura y épica, de atrapar lectores con crónicas bélicas o con invasiones extraterrestres, era capaz, además, de comprometerse y transmitir su ideario de una sociedad justa.

Sherlock Time, Ernie Pike y Mort Cinder y el sargento Kirk son personajes cuyas aventuras transcurren en San Isidro, en la Europa de la Segunda Guerra, en el Imperio Babilónico o en la Guerra Civil de Estados Unidos. El mundo tan ilustrado como fantástico de Oesterheld era leído y mirado en las viñetas por públicos de lo más diversos.

La cruda realidad

Sin embargo, Oesterheld nunca creó un personaje de ficción que fuera capturado tras el secuestro y desaparición de dos de sus hijas, un yerno, el compañero de la otra y un nieto por nacer mientras que otro nieto se salvó por haber sido enviado a una casa cuna.

No se trató de un resultado de la imaginación. Era lo que le estaba pasando a él mismo. Ese gigante de la literatura y la historieta pasaría vivo y recibiría tormentos por muchos meses en, por lo menos, tres centros clandestinos de detención. Se convertía en su propio Mort Cinder, conviviendo con la muerte de sus compañeros de cautiverio.

Estela, la mayor de las cuatro hijas de Héctor Oesterheld y Elsa Sánchez, la que había empezado a ver otras realidades, no de ficción, en la Facultad de Filosofía, fue sorprendida por un grupo de tareas el 1° de julio de 1977, intentó escapar y le dispararon. La cargaron herida en una camioneta rumbo al hospital de Adrogué. Y ese fue el último rastro que pudieron encontrar Nicolini y Beltrami. Su compañero, Raúl “el Vasco” Mórtola, caía unas horas antes en el mismo operativo. Todo indica que fue fusilado cuando intentaba esconderse en una casa.

Oesterheld también supo en su detención clandestina que la última de sus cuatro hijas que seguía en libertad, Marina, fue secuestrada en noviembre de 1977, embarazada de ocho meses, junto a Alberto Seindlis.

Elsa Sánchez de Osterheld, acostumbrada a la vida familiar tumultuosa y alegre, estaba sola y la tragedia la golpeaba. Entre junio de 1976 y diciembre de 1977, sus cuatro hijas, dos nietos por nacer, sus tres yernos, el novio de la otra y su propio marido, pasaban a la categoría de desaparecidos y muertos.

El psicólogo Eduardo Arias dio testimonio ante la Comisión Nacional de Desaparición de Personas, creada en 1984 por Raúl Alfonsín, de haber compartido cautiverio con el creador de El Eternauta. Fue a fines de diciembre de 1977, cuando Oesterheld llevaba ocho meses en condiciones de prisionero. Arias contó que los guardias les permitieron sacarse las capuchas y les dieron un cigarrillo como regalo de Navidad además de unos minutos para confraternizar y conversar.

Los últimos en verlo con vida fueron los sobrevivientes Javier Casaretto, Arturo Chillida y Juan Carlos Benítez, que habían sido secuestrados a fines de 1977 y permanecieron en El Vesubio hasta mediados de enero de 1978. Los tres coincidieron en que tenía la cabeza vendada.

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