El alivio es difícil de explicar. Después de un par de años de cultivadores de pedo, con espada de Damocles a cuestas, un buen día, sin demasiado trámite, el estado argentino autorizó a mi compañera Valeria para que pueda tratar su fibromialgia mediante el autocultivo y la fabricación casera del aceite de marihuana. Se puede tener hasta 9 plantas florecidas, cultivadas en interior, en una superficie máxima de 6 metros cuadrados. Disculpas por la auto referencia, pero vale por aquello de que para muestra sobra un botón.
Para quienes no saben, la paciente con fibromialgia sufre dolores horribles y punzantes en forma permanente, casi sin modo de combatirlo. Provoca el consumo muy alto de analgésicos que ayudan muy poco y destruyen el estómago, además de generar la búsqueda de soluciones en cualquier lado y por cualquier medio, convirtiéndose uno en presa fácil de variopintos timadores y estafadores.
Luego de probar terapias inútiles y caras, el derrotero que seguimos fue el siguiente: El primer acercamiento fue cuando mi compañera probó aceite de cannabis y fumar porro, por recomendación de una persona querida, sin resultado. Luego decidimos probar nuevamente, cuando nos enteramos de que venían médicos de una especie de Clínica Cannábica de Córdoba hasta una ciudad cercana a la nuestra. Allí nos indicaron cepas, dosis y formas de administración del aceite que por fin resultaron efectivas. Había que tener regularidad y recién al mes se sentirían los cambios. Por eso debíamos ir una vez al mes.
La famosa falopa comenzaba a ayudarnos muy en serio. Cuando fuimos la segunda vez, ajustaron la dosis y cambiaron la cepa, mejorando un poco más efectividad. La verdad que el cambio fue muy notable. Nuestra vida comenzaba a mejorar. La tercera vez no pudimos ir porque los médicos de esta clínica fueron presos. Transitábamos la plena sobreactuación de lucha contra el narcotráfico de la Ministra Bullrich. Pero ya habíamos probado que funcionaba, entonces conseguimos aceite por otros medios y ella pudo continuar su tratamiento, con variaciones en la eficacia, pero ayudaba.
Después llegó la ley de legalización del uso de cannabis medicinal, pero su reglamentación ponía tantas trabas que terminó siendo prohibitiva de todos modos. Cuando vino el cambio de gobierno nacional, finalmente se logró que se reemplace la reglamentación anacrónica y ridícula que había. Así se creó un registro nacional para que médicos, pacientes y cultivadores nos podamos inscribir para poder tratar las dolencias de nuestros seres queridos, sin que nadie nos moleste.
Lo mejor del registro es que la información es privada y está a cargo del Ministerio de Salud, sin que la parte policial tenga nada que ver. Es una política de salud pública, como debe ser, y no de seguridad.
Para poder estar inscripto como paciente/cultivador, debíamos tener el aval de algún o alguna profesional de la medicina, que esté inscriptx en el registro. Esta fue la parte difícil, la enorme mayoría de los médicos no se animan, mitad por prejuicio, mitad por miedo, supongo. Fue entonces que volvimos a contactar con la gente de aquella clínica con quienes comenzamos el tratamiento, y nos dieron el aval necesario. Hoy tenemos el certificado y podemos cultivar en paz.
En la anterior nota me quejé del entorpecimiento del estado para el proceso de autocultivo. Sigo pensando que debiera ser absolutamente libre tener las plantas que uno quiera y consumirlas de la forma que cada uno quiera. Pero también hay que reconocer que el avance es enorme. Hace un par de años los médicos fueron presos y hoy estamos autorizados por el estado para cultivar. Estamos en un momento que hace unos años era impensado. Los prejuicios se están rompiendo en forma exponencial y la postura tan ridícula y estúpida que imperaba se está revirtiendo a pasos agigantados.
Hoy se puede estar legal, el Estado argentino hizo lo que tenía que hacer y se puede ser optimista para que la tendencia sea hacia la evolución. Como deuda, queda que el estado facilite el acceso al análisis del aceite casero que produce cada cultivador, además del acceso a semillas o esquejes con genéticas estables y buenas. Así como estábamos frustrados y enojados, hoy estamos felices y optimistas. Viva la marihuana carajo.
Diego P.
revistathc.com: Cómo inscribirse en el Registro para usuarios y cultivadores de cannabis medicinal: instructivo paso a paso
